En días pasados el presidente Rodrigo Chaves anunciaba que vetaría cualquier ley enviada desde el Congreso que propusiese una rebaja en el Impuesto Único a los Combustibles (IUC), en referencia a la rebaja propuesta de ₡100 por litro, que, de aprobarse, resultaría en un faltante de ₡250.000 millones al año. En este sentido, cabe destacar que tres impuestos representan el 92% del total de ingresos tributarios de la Dirección General de Tributación, siendo estos: el Impuesto sobre la Renta, el Impuesto sobre el Valor Agregado (IVA) y el Impuesto Único a los Combustibles con una participación del 52,7%, 31,1% y 8.2% respectivamente.
La reducción del IUC propuesta, resultaría en lo que se conoce en Economía como una “tax distortion” o una ‘distorsión fiscal y económica’, la cual consiste en una disminución de ingresos (₡250.000 millones al año) presupuestados, que deben compensarse únicamente mediante dos formas: En primer lugar: el traslado de la carga tributaria que se libera del IUC a otro impuesto, tentativamente, este impuesto sería el Impuesto sobre el Valor Agregado y en segundo lugar: la reducción o recorte del gasto público. De lo anterior, se puede inferir que el Presidente se vería obligado en menos de un mes de su mandato a proponer aumentos en las tarifas de impuestos, y recortes en el presupuesto.
Necesariamente entonces, surge la pregunta: ¿aumentaría el consumo, y por ende la recaudación por medio del Impuesto al Valor Agregado, como resultado de una disminución del IUC? La respuesta es no. El fundamento de esta afirmación descansa en el análisis de la teoría macroeconómica del consumo de John Maynard Keynes, el cual afirma que el consumo depende fundamentalmente del ingreso. Es decir, que la propensión marginal del consumo (PMgC) de los hogares, y por ende la recaudación del Impuesto al Valor Agregado, sólo aumentará si de forma concomitante se aumentan los ingresos percibidos por los hogares costarricenses (households).
En palabras sencillas: las personas sólo consumirán más, si ganan más. De ahí, que proyectar que la rebaja en el Impuesto Único a los Combustibles (IUC), sea percibida por los hogares, como una propensión media del consumo (PMgC) o un incentivo al consumo, que trasladaría los ingresos dejados de percibir por el rebajo del IUC, al IVA recaudado, es total y absolutamente falaz. En adición a lo anterior, la inflación, y el aumento en el tipo de cambio, son otras variables objetivas, dentro de la ecuación que restringen cada vez más, la capacidad de consumo de los hogares, lo que se traduce en una menor recaudación efectiva del IVA.
El Presidente ha entendido muy bien, que una rebaja en el Impuesto Único a los Combustibles, necesariamente lo obligaría a solicitarle al Congreso de forma inmediata, el aumento del IVA en (al menos) dos puntos porcentuales, es decir del trece (13%) al quince (15%) por ciento, para compensar los ingresos dejados de percibir, considerando que el consumo se mantenga constante, y con este los montos recaudados. Por otro lado, su otra opción frente a la rebaja del IUC, debería ser proponer recortes presupuestarios a ciertas entidades estatales, no obstante, todo esto llevaría una discusión en el Congreso, para la que el país y la inflación no esperan.
La política económica de un país, no debe ser una política complaciente al populismo, a corto plazo. En tiempos de crisis y escasez como los que el mundo actual vive, es necesario tomar decisiones que impliquen el mal menor, como lo es en este caso, un potencial veto a la Ley que propusiese una rebaja en el Impuesto Único a los Combustibles, de ₡100 por litro. El embate de un alto déficit fiscal, aunado a la inflación y el aumento en el tipo de cambio, no dejan mucho margen macroeconómico de acción. Bien por el Presidente, por pensar a largo plazo en Costa Rica, y por ante todo ser consecuente con su misión de cuidar y reestructurar las finanzas públicas del Estado.
