“La inflación es un impuesto sin legislación”. Esta frase fue pronunciada por el economista Milton Friedman, quien además de acuñar la inflación, como un fenómeno monetario, reclamaba que esta era además un impuesto sin legislación. ¿Qué es la inflación? ¿Cómo afecta la economía? Y, ¿por qué este fenómeno monetario vuelve a tomar relevancia? La inflación puede percibirse, precisamente como el aumento en los precios de bienes y servicios. Este fenómeno, es además considerado un fenómeno monetario, en tanto más allá de reflejarse como un aumento en los precios, es considerado como una devaluación continua del dinero fiduciario.
Un claro ejemplo de esto, sucedió el pasado 1º de febrero, cuando el gobierno del Líbano, a través de su Banco Central, decidió fijar una nueva tasa de cambio de la libra libanesa, frente al dólar de los Estados Unidos de América, en la que devaluó en un noventa por ciento (90%) su moneda local. La nueva tasa aumentó a un tipo de cambio de 15.000 libras por dólar, de un tipo de 1.500 libras por dólar. Lo anterior, tuvo un impacto directo en los índices de precios del consumidor (IPC), los cuales resultaron en un aumento de hasta un ciento sesenta y dos por ciento (162%). Pero, ¿qué significan estos números en el día a día?
La inflación, es un fenómeno, decidido por los Bancos Centrales del mundo. Estas entidades, por lo general adscritas al Poder Ejecutivo de los gobiernos, deciden sobre las tasas de interés, de política monetaria, y el valor de su moneda, frente a la moneda de reserva mundial, el dólar de los Estados Unidos de América. ¿Por qué la inflación, según Milton Friedman, es un impuesto sin legislación? Los impuestos, sin importar su jurisdicción, deben ser creados mediante una ley propuesta, discutida y aprobada, en el Congreso, Casa de Señores (House of Lords), o en el caso particular de Costa Rica, en la Asamblea Legislativa.
Puntualmente, el Artículo 121 inciso 13 de la Constitución Política, establece que es potestad exclusiva de la Asamblea Legislativa: “establecer impuestos”. Los impuestos, y su creación pueden ser iniciativa del poder ejecutivo, el poder legislativo, y las municipalidades, pero siempre deberán ser sometidos al control político de la Asamblea Legislativa. Lo anterior, es una garantía procesal constitucional, mediante la cual, toda intención del Estado, de aumentar la carga tributaria, en concomitante relación a disminuir la capacidad de consumo, debe ser sometida a discusión, y un ejercicio político responsable, como lo es la aprobación de una ley.
La inflación, es un impuesto sin legislación, porque precisamente, esta (la inflación), tiene el mismo efecto económico que un impuesto, es decir, disminuye la capacidad de consumo. La inflación, eso sí, deriva de las decisiones de los Bancos Centrales, las cuales no son sometidas a ningún tipo de control político o legal. De esta forma, los Bancos Centrales, de forma discrecional pueden decidir un aumento en la “tasa básica pasiva”, lo cual tiene un efecto inmediato, por ejemplo, en el aumento del monto a pagar en un crédito hipotecario, y en consecuencia, una disminución en la capacidad de consumo de los individuos, tal cual sucede con un impuesto.
La inflación interanual más baja del año 2022, proviene de Panamá con un dos coma nueve por ciento (2.9%). Este pequeño país centroamericano, comparte la especial particularidad de no tener un Banco Central. De ahí, que emerge el necesario cuestionamiento, con respecto a ¿qué tan necesarios son los Bancos Centrales? Y ¿hasta dónde son un instrumento más para empobrecer y controlar a la población? Los impuestos, si bien, según Robert Nozick, son esclavitud, al menos, tienen la garantía de la legalidad, contrario a la inflación, la cual es también esclavitud económica, pero sin legislación.